viernes, 11 de julio de 2014

Nos buscábamos sin saberlo,
nos encontramos sin buscarnos, derrapando y sin frenos,
como el que no le teme a precipicios espontáneos 
o a cruces de caminos.
Porque el miedo es para quien entiende la vida.

Fue un choque de titanes,
una pelea de leones,
un camino de baches en aquella curva disfrazada de casualidad universitaria,
que llegó con puntualidad británica.

Como el extintor que apagó mis dudas, 
como la escalera de incendios que me salvó del edificio en llamas.

Nos buscábamos sin saberlo, 
porque de haberlo sabido te habría buscado mucho antes.

Nos buscábamos sin saberlo,
salvajes,
arañando puertas,
aullando noches
clavando nuestras dudas en manos ajenas, 
en bocas de otros,
sembrando vida con fecha de caducidad,
cambiando bombillas fundidas.

Y nos encontramos sin quererlo,
porque de haberte encontrado te habría querido mucho antes.
Porque de habernos cruzado el mundo lo habría notado.
Porque de habernos visto no me habría marchado.

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